El estaño (Sn) es el elemento número 50 de la tabla periódica y se ubica en el grupo 14. Este es un metal plateado que es muy dúctil y maleable, siendo uno de los metales de post-transición más suaves que se pueden encontrar, aunque su conductividad no es la más efectiva. Su estructura es altamente cristalina y en la naturaleza se le puede encontrar principalmente en el mineral de la casiterita. Bolivia, Malasia, Indonesia, Tailandia y Nigeria son los países de donde proviene la mayor parte de la producción de este material.
En cuanto al origen etimológico del estaño, este proviene de las lenguas anglosajonas, pero se deriva del latín stannum y el antiguo stāgnum, término que significa “sustancia”. Los seres humanos tenían conocimientos de la existencia de este material desde tiempo remotos, y su uso se estima que comenzó, aproximadamente, a principios de la Edad del Bronce, por el año 3000 a.c.
Gracias a que su uso data de hace mucho tiempo, se le han podido encontrar diversas aplicaciones, siendo la más común en la soldadura de circuitos eléctricos y en alineaciones de plomo, pero, además, resulta también sumamente útil en muchas otras aleaciones metálicas.
La resistencia que tiene el estaño y su capacidad para evitar la corrosión, hace que este material se pueda utilizar para recubrir otros tipos de metales. Uno de sus usos más habituales es el de su aplicación en las latas para alimentos.
En cuanto a los efectos que puede causar el estaño en los seres humanos, son variados. Depende del tipo de sustancia que está presente y del organismo que está expuesto a ella. Se sabe que el estaño trietílico es la sustancia orgánica del estaño más peligrosa para los humanos.
A través de la comida o de la respiración y a través de la piel, son algunas de las formas en la que los humanos podemos absorber enlaces de estaño, entre los efectos agudos que esto puede producir tenemos:
- Irritaciones de los ojos y la piel
- Dolor de Cabeza o de estomago
- Vómitos
- Mareos
- Problemas para orinar
- Sudoración severa
- Falta de aliento
Por José Manuel Mustafá